Los Autobuses
Estimado Catalán,
quisiera reconocerte la organización de la principal de las ciudades de tu tierra, entiendo que te parezca rara tanto reconocimiento, pero es que cada día me sorprende ver como has buscado la mejor solución a un problema que atormenta las ciudades de medio mundo, la hayas encontrado y la estés aplicando con tanta eficacia.
Me refiero al correcto posicionamiento de las paradas de los autobuses:
a un italiano cualquiera, orgulloso del ingenio proverbial de su pueblo, le da envidia ver que has entendido que en las calles que tienen "laterales" los autobuses tienen que circular por el carril central.
No te escondo que te admiro por este descubrimiento y por su aplicación: efectivamente hay que ser imaginativos para encontrar esta solución anti-istintiva, primero porque habitualmente la gente no arriesga su vida andando por la acera central - donde hay, muy cívicos por cierto, carriles reservados a las bicicletas. Hay que recordar que hasta Induraín entrenaba en estos "circuitos" donde la velocidad media de una bici alcanza los 100 Km. por hora - y segundo porque por costumbre la gente está mas familiarizada con las aceras laterales por su mayor anchura, por la presencia de tiendas y porque cuando llueve o hace viento allí es un poco mas difícil coger un resfriado.
Y por supuesto hay que tener fe en la solución encontrada por no tener piedad de toda aquella gente anciana y con bastón que cuando ve llegar su autobús pierde el norte e intenta cruzar el carril lateral en rojo intentando llegar a la parada para subirse al autobús, ¿por qué lo harán?
Porque tu has desvelado también la segunda ley fundamental del tráfico: hay que de-sincronizar los semáforos del carril central de los del carril lateral - así que cuando estás en la acera lateral y quieres llegar a la del centro para coger el autobús tienes el semáforo en rojo mientras que el autobús lo tiene en verde.
Pero sobre todo me gusta cómo has entrenado los conductores de autobuses para ser insensibles a la vista de tanta gente arriesgando su vida: los conductores miran las señales de los potenciales viajeros que imploran ser esperados hasta que puedan cruzar la calle, con una mirada fría y desafiante y arrancan quemando los neumáticos.
Inútil decir que el semáforo de los peatones se pone en verde un segundo después y todos tendrán que esperar el próximo autobús y sin despistarse...
Claro, porque tú, estimado catalán, has tenido otra idea genial: entregar "el poder" al conductor de autobús, que es notoriamente una categoría de profesionales acostumbrados y formados para la gestión del poder y educados para la toma de decisiones.
De hecho cuando ves acercarse tu autobús tienes que hacerle una señal al conductor y el conductor puede decidir si pararse o no: si te ha visto hacerle una seña desganado, si le ha parecido que le envías a la mierda, si está despistado porque mira a la rubia o porque está peleándose por el móvil con su mujer, él no se para.
Esto hace que se pueda ahorrar muchísimo tiempo: a veces tres minutos sobre el recorrido total de la línea.
De verdad es una idea genial, esto habría que exportarlo a todos los - otros, vale - países del mundo: es necesario estar atento continuamente porque si estás en la parada y no le haces una señal al conductor del autobús que se acerca, él no se para.
Te cuento, en cambio, qué follón puede llegar a ser en Italia: todos los "números" que está previsto puedan parar en una parada, se paran y los que quieran subir suben, piensa qué despilfarro de tiempo, a veces incluso se pierden unos 20 segundos en pararse a abrir las puertas, averiguar que nadie necesita subir y volver a cerrarlas.
Claro, esto además del tiempo perdido conlleva otros problemas: la gente lee el periódico tranquila porque cuando ve que ha llegado un autobús, si es el suyo sube, los miopes no entrenan la vista intentando adivinar el número del autobús que llega, los ancianos están mucho más marginados porque no pueden relacionarse con nadie preguntando cuál es el autobús que llega, los usuarios de autobuses pierden la capacidad de esperar el autobús al tope de su atención pero sobre todo no hacen un poco de ejercicio físico con el brazo pidiendo la parada.
Y a mí todo esto me gusta porque cada vez que el autobús se me va por culpa del semáforo que no me ha dejado recorrer aquellos dos metros necesarios para cruzar el lateral: me cago en la puta, pienso en la gran puta de la madre del conductor, justamente por esto me maravillo de la extraordinaria capacidad de integración de esta sociedad, me concentro adivinando – contra el sol – los números de los autobuses, hago ejercicio físico con el brazo derecho y disfruto de las incomparables vistas que me ofrece algún barrio periférico de esta ciudad tan hermosa.
Atentamente
quisiera reconocerte la organización de la principal de las ciudades de tu tierra, entiendo que te parezca rara tanto reconocimiento, pero es que cada día me sorprende ver como has buscado la mejor solución a un problema que atormenta las ciudades de medio mundo, la hayas encontrado y la estés aplicando con tanta eficacia.
Me refiero al correcto posicionamiento de las paradas de los autobuses:
a un italiano cualquiera, orgulloso del ingenio proverbial de su pueblo, le da envidia ver que has entendido que en las calles que tienen "laterales" los autobuses tienen que circular por el carril central.
No te escondo que te admiro por este descubrimiento y por su aplicación: efectivamente hay que ser imaginativos para encontrar esta solución anti-istintiva, primero porque habitualmente la gente no arriesga su vida andando por la acera central - donde hay, muy cívicos por cierto, carriles reservados a las bicicletas. Hay que recordar que hasta Induraín entrenaba en estos "circuitos" donde la velocidad media de una bici alcanza los 100 Km. por hora - y segundo porque por costumbre la gente está mas familiarizada con las aceras laterales por su mayor anchura, por la presencia de tiendas y porque cuando llueve o hace viento allí es un poco mas difícil coger un resfriado.
Y por supuesto hay que tener fe en la solución encontrada por no tener piedad de toda aquella gente anciana y con bastón que cuando ve llegar su autobús pierde el norte e intenta cruzar el carril lateral en rojo intentando llegar a la parada para subirse al autobús, ¿por qué lo harán?
Porque tu has desvelado también la segunda ley fundamental del tráfico: hay que de-sincronizar los semáforos del carril central de los del carril lateral - así que cuando estás en la acera lateral y quieres llegar a la del centro para coger el autobús tienes el semáforo en rojo mientras que el autobús lo tiene en verde.
Pero sobre todo me gusta cómo has entrenado los conductores de autobuses para ser insensibles a la vista de tanta gente arriesgando su vida: los conductores miran las señales de los potenciales viajeros que imploran ser esperados hasta que puedan cruzar la calle, con una mirada fría y desafiante y arrancan quemando los neumáticos.
Inútil decir que el semáforo de los peatones se pone en verde un segundo después y todos tendrán que esperar el próximo autobús y sin despistarse...
Claro, porque tú, estimado catalán, has tenido otra idea genial: entregar "el poder" al conductor de autobús, que es notoriamente una categoría de profesionales acostumbrados y formados para la gestión del poder y educados para la toma de decisiones.
De hecho cuando ves acercarse tu autobús tienes que hacerle una señal al conductor y el conductor puede decidir si pararse o no: si te ha visto hacerle una seña desganado, si le ha parecido que le envías a la mierda, si está despistado porque mira a la rubia o porque está peleándose por el móvil con su mujer, él no se para.
Esto hace que se pueda ahorrar muchísimo tiempo: a veces tres minutos sobre el recorrido total de la línea.
De verdad es una idea genial, esto habría que exportarlo a todos los - otros, vale - países del mundo: es necesario estar atento continuamente porque si estás en la parada y no le haces una señal al conductor del autobús que se acerca, él no se para.
Te cuento, en cambio, qué follón puede llegar a ser en Italia: todos los "números" que está previsto puedan parar en una parada, se paran y los que quieran subir suben, piensa qué despilfarro de tiempo, a veces incluso se pierden unos 20 segundos en pararse a abrir las puertas, averiguar que nadie necesita subir y volver a cerrarlas.
Claro, esto además del tiempo perdido conlleva otros problemas: la gente lee el periódico tranquila porque cuando ve que ha llegado un autobús, si es el suyo sube, los miopes no entrenan la vista intentando adivinar el número del autobús que llega, los ancianos están mucho más marginados porque no pueden relacionarse con nadie preguntando cuál es el autobús que llega, los usuarios de autobuses pierden la capacidad de esperar el autobús al tope de su atención pero sobre todo no hacen un poco de ejercicio físico con el brazo pidiendo la parada.
Y a mí todo esto me gusta porque cada vez que el autobús se me va por culpa del semáforo que no me ha dejado recorrer aquellos dos metros necesarios para cruzar el lateral: me cago en la puta, pienso en la gran puta de la madre del conductor, justamente por esto me maravillo de la extraordinaria capacidad de integración de esta sociedad, me concentro adivinando – contra el sol – los números de los autobuses, hago ejercicio físico con el brazo derecho y disfruto de las incomparables vistas que me ofrece algún barrio periférico de esta ciudad tan hermosa.
Atentamente
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