martedì, marzo 14, 2006

Mentes sencillas

Simple Minds, anoche, dio el único concierto español -y inconscientemente catalán- de su gira en Barcelona.
El artista invitado se cimentó con dos piezas -Tuning y SoundCheck- de la vanguardia pop experimental, y la banda dio comienzo al concierto.
Una exhibición histórica, al menos para mí, ya que recordaré éste como el concierto en que me volví sordo.
Fue en la sala Razzmatazz, y ha sido una sensación extraña asistir a un concierto de esta banda comprometida antes de que U2 se compromitiera, a unos cuantos metros, muy pocos y a muchos menos de los altavoces.
Es reconfortante descubrir que Simple Minds sigue con por lo menos la misma energía -y los mismos vatios, pero coño esta vez estaban en el Razzmatazz- a la que nos acostumbró en sus años de actividad más intensa.
Y no podría ser de otra forma: con un cantante que se parece de forma impresionante a los ingleses que se pasean por debajo de la Sagrada Familia con un sombrero mexicano con diámetro de un metro veinte y en mangas de camisa a las diez de la noche -visto la semana pasada- y un guitarra con cara de pastor anglicano que canta todas las canciones enteras pero que nunca le ponen un micrófono -por alguna razón será- hay que ganárselo todo paso a paso.
Hubo un momento en que había que rellenar espacios grandes y ha llegado el momento de demostrar que aquello era fruto de profesionalidad y creatividad verdaderas.
Este trabajo da sus frutos, ha sido muy bueno ver las risas de los músicos en el momento de tocar las intros de los éxitos más esperados: los arreglos hacían irreconocible la pieza para crear suspense y ellos se lo pasaban bien.
Yo también me lo pasaba bien antes de que me diera cuenta de que me iba adentrando en la cueva de la sordera.
Simple Minds sigue... Alive and Kicking.