martedì, febbraio 17, 2009

Ejercicio de estilo

Voy a hacer un ejercicio de estilo, el estilo que he elegido es el de El periódico.
Los artículos que se publican en El Periódico se distinguen para arrancar con un tema aparentemente inofensivo y acabar con un argumento completamente diferente, que a menudo resulta ser nacionalista aunque bastante tibio, la transición a menudo resulta difícil de comprender: te quedas con la duda de que cada artículo esconde un significado oculto incluso cuando un tio te cuenta que su impresora está a punto de morirse.

Así que este post resultará a los demás una mezcla de conceptos heterogeneos y absolutamente inconesos:

Hay días que te despiertas y te preguntas donde has estado hasta hoy: igual que un día puedes descubrir que de repente todo el mundo, menos tu, está en Facebook otro día puedes descubrir que las despedidas son nefastas.
Ya puestos se podría destacar que si la gente se hurgara e los bolsillos para buscar la T10 antes de entrar en el metro y no delante de los tornos, todos nos beneficiaríamos de esta actitud mucho más cívica, pero claramente estos son interrogantes a los que nunca obtendremos respuesta.

Pero volvamos a lo que íbamos: las despedidas y, ya que estamos hablemos, de despedidas y transporte publico (se nos ha colado el metro...).
No estaba informado de que en el mundo se está desarrollando un sentimiento adverso a las despedidas, de hecho hoy he leído dos noticias que me hacen sospechar que la humanidad se mueva en esta dirección:

he empezado con un post bastante irónico y divertido que nos invita a observar la gente que se despide en los aeropuertos - supongo que el destacado autor del post habrá asistido a alguna despedida bastante efusiva con lágrimas y todo - luego he seguido descubriendo que en una estación ferroviaria de Inglaterra se han prohibido los besos de despedida por provocar atascos en las inmediaciones de la estación.
A partir de ahora solo se tolerarán los besos intercambiados en el parking de pago.

Pero claro uno se pone a reflexionar y resulta complicado entender como se puedan regular aspectos tan privados de la vida de cada uno, aunque no es imposible de comprender ya que estamos acostumbrados a cosas sin sentido alguno.

Por ejemplo ¿como podríamos catalogar la más reciente iniciativa de la Generalitat para impulsar, con una campaña costada aproximativamente 300.000 €, que los catalanohablantes no cambien de idioma cuando empiecen una conversación con alguien este le conteste en español?
(A mi me da que yo hablaré mucho menos pero esto es otro tema)
Con 300.000 € en épica de crisis se hacen bastante cosas por ejemplo la Generalitat podría cambiar totalmente de rumbo y impulsar que los catalanes dejaran de mirarse continuamente el ombligo y intentarán adquirir un respiro más internacional como algunos vienen planteando.
 
Deberíamos exigir que los políticos motivarán a fondo la necesidad tirar a la basura 300.000 €, más el dinero de las embajadas catalanas y todo lo demás, en un momento en que el paro sube exponencialmente sobre todo porque el catalán goza de promoción institucional periódica y, a pesar de eso, la nueva campaña se propone: superar "la predisposición psicológica negativa" hacia - lo que se define - corrección lingüística.

Es posible que sin tantas campañas el catalán gozaría de predisposición psicológica menos negativa, lo cierto es que todos seríamos más ricos.

1 Comments:

Blogger SallanWorld said...

Es un buen ejercicio, desde luego. Aunque ha girado en la dirección contraria a la de El Periódico.

A ver si se atreve a hacer un ejercicio similar con los artículos que publicaba Joan Barrill los domingos (no sé si lo hace aún). Nunca fui capaz de acabar de leer ninguno...

18:43  

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