lunedì, luglio 10, 2006

Los caprichos de los dioses


Tenía razón la pedalera: el azul acabó siendo el color favorito de los dioses.
No nos es dado entender porque los dioses repentinamente cambiarón de idea mientras estaban empeñados en dorar el fín de la carrera de Zidane, pero los hechos son incontestables: hacía el final del partido repentinamente los dioses decidierón que uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos no merecía la despedida dorada que le estaban entregando.
Mercurio se puso entre Zidane y Materazzi y quedó bastante claro que por chungas que sean las calles de Marseilla hay más mala leche en las calles donde juegan los niños italianos y en particular en las de Lecce.
Pero los dioses tenían planeado dar muchos más mensajes al pueblo del futbol.
Cuando se decantarón para el país del pié che chuta no lo hicierón claramente, quisierón dejarles sufrir un poco más, les enfrentarón una vez más a su miedo más antiguo y potente los penalties.
Personalmente creo que no se decantarón definitivamente solo quisierón dar una posibilidad más: si los chicos eran maduros hubieran ganado la copa y sus miedos de lo contrario hubieran enviado pelotas al publico como en todas las ocasiones anteriores.
Un brivido recurrió al mismo tiempo la espalda de todos los italianos con lo cual hubo una descarga que recurrió toda Italia.
Sabemos como acabó, se puede razonablemente suponer que al momento del error Trezeguet fué ligeramente disturbado por Eolo que evidentemente pensaba que los tíos raros vestidos de azúl esta vez merecían un poco más, en fin ya parecían haber aprendido que las cosas humanas son falaces y la voluntad de los dioses muy voluble: lo que los penalties quitarón en otras ocasiones esta vez lo entregaron y no nos he dado saber porque los dioses han elegido justamente este equipo sin leaderes claros y sin las figuras histrionicas a las que estabamos acostumbrados - hay que destacar que los goles marcados por Italia durante la competición están muy repartidos entre varios jugadores- para reemplazar en el inmaginario collectivo los once que ganarón el mundial en el 1982.
Yo creo que le tenierón simpatia a este equipo que por primera vez se presentaba sín un heróe preestablecido, sin un protagonista aunciado y acabarón considerando que, por fin, estos once eran los que habían aprendido un mínimo de modestia.
Tal vez los numes pensarón que, puestos a la obra, había que favorecer el equipo que hubiera hecho feliz un pueblo entero y unido: porque nadie se equivoque a pesar de que hace un mes se haya celebrado un referendum sobre el estado federál, querido por una minoría del país, ayer todos saltarón de sus sillas critando, en Sicilia como en Bolzano.
Lo que sí quedó manifiesto es que los dioses del futbol extrañamente hoy en día le tienen mucho aprecio al pueblo que vive en la bota ya que le hecharón una mano justo al cumplirse una generación del ultimo titulo, haciendo que gente como yo haya visto dos titulos y mucha gente ninguno.

En el Olimpo todo acabó mucho más rapido que en la tierra y los dioses mirarón incredulos las masas que se tiraron en las calles de Italia y no hicierón nada para suavizar la desdicha de los franceses que fieles a su dicho más famoso en la boca tenían... merde

1 Comments:

Blogger SallanWorld said...

Pero, como se ha visto más arriba, no hay mayor alegría que la de Italia cuando gana el mundial. Es comparable la alegría de Argentina, pues de Italia viene, y podría serlo la de España. Pero nadie que haya nacido hasta el día de hoy podrá ver a España campeona del mundo. Nadie. Así que la alegría de España campeona quedará en el platónico mundo de las ideas.

Ah, y sí que hubo héroes: Matterazzi, Cannavaro y Gattuso, ese intelectual del fútbol.

16:05  

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